LA VERACIDAD DE LA INTUICIÓN

Todo este post quiere reforzar la idea de que todos tenemos en nuestro interior un sabio que nos aconseja, una fuerza superior que nos orienta, un abrazo cálido de un amor que quiere lo mejor para nosotros. Sólo debemos permitir que se exprese, dejarla opinar, acallar con cuidado la voz charlatana de la razón y ceder la palabra a esta sabiduría interna.

La intución es una herramienta maravillosa, una forma de confianza en la vida que en muchas ocasiones sabe mejor que tú mismo qué es lo mejor para ti mismo. Basta con aprender a escucharla y confiar, abrirle las puertas para que manifieste la magia de la vida.

En este post incorporo una situación personal muy ejemplificadora, para acercarte la experiencia de cómo he salido beneficiada cuando he escogido dar validez a esta voz que siempre contiene una información acertada (y que a menudo va en contra de lo que piensas que deberías que hacer!).

Puedes dirigirte directamente al punto 4 de la tabla de contenidos o seguir con la continuidad de la lectura da sentido a todo ello. 😉

CONTENIDOS:

  1. Qué es la intuición?
  2. El sobredominio de la lógica
  3. La ilusión de control
  4. La magia de seguir tu intuición

1. ¿QUÉ ES LA INTUICIÓN?

La intuición es un radar interno que generalmente te indica una dirección en la que encontrar mucho más de lo que esperabas con anhelo. Este radar se basa en recibir información sensitiva de muy baja frecuencia pero con una indicación muy clara de qué hacer o hacia dónde ir.

Desconocemos de dónde proviene esta fuente de información, y nos desorienta no poder atribuirle ninguna explicación razonable, pero en este hecho reside la magia de la misma, en la que no sabemos de dónde viene y muy a menudo nos guía sensatamente.

Resolver el misterio de su procedencia normalmente nos encamina a adjudicar estas informaciones bajo la protección de una realidad superior a nosotros, a la divinidad o al multiverso de la física cuántica, circunstancias que tampoco entendemos a ciencia cierta cómo funcionan pero tienen cabida como para amparar este concepto.

La intuición es magia pura de la fe en la propia magia, una magia no visual, no sensorial, pero sí electromagnética, es decir, de atracción o magnetismo hacia lo que te enfocas, en los pensamientos y deseos más fervientes.

En función de los pensamientos que tú tienes sobre dónde quieres dirigirte o qué quieres conseguir, obtendrás respuesta a tu solicitud en el plazo que te abras en la vida. La intuición llega en un acto de humildad al reconocer que no tenemos el control ni las previsiones del devenir de la vida por mucho que nos esforcemos en dominar distintos ámbitos de la existencia. Llega en la rendición del control y liberación de expectativas, PERO dentro de un marco de búsqueda de respuestas.

2. EL SOBREDOMINIO DE LA LÓGICA

Todos recibimos dosis de información provenientes de la intuición, pero a menudo son rechazadas en detrimento al pensamiento organizado. La fracción racional es tan predominante que apaga o anula otras referencias sensoriales.

A pesar de la innegable utilidad de la lógica en las cuestiones más pragmáticas de nuestro día a día, ésta reina con tal autoridad que desplaza al destierro el azar, rechaza lo inexplicable y, como un dictador, se instala en el control sobre cada una de las facetas de nuestra vida. Desde el aprendizaje occidental, cualquier cosa desligada del sentido común está destinada al fracaso, a no ser tenida en consideración, fruto del azaroso o la suerte.

Y cuanto más amplio es el reinado de la lógica, más difícil abrir la puerta a la frescura de la vida, elemento desde el que pueden aparecer situaciones espontáneas y manifestarse la casualidad.

Por el talante funcional al que estamos habituados, creemos firmemente que el éxito en la gestión de la vida reside en la recopilación de información de fuentes “sensatas” basadas en la evidencia y desde donde a anticiparnos a la proyección de nuestro futuro. Pero desde este control pretencioso y egóico a menudo olvidamos que somos demasiado pequeños como para entender y organizar la magnitud de las circunstancias que nos rodoean.

Nos pasaría igual que la célula individual: ésta únicamente identifica lo que interactúa directamente con ella pero desconoce qué es lo que ocurre en el conjunto del cuerpo, en la esfera superior.

La lógica pretende establecer predicciones de resultados basándose en la información que posee del entorno, ya sea a través de los sentidos o del sentido común (fíjate en la palabra, sentido común es un sentido más).

El sentido común es un instrumento adquirido por la experiencia, y ha sido moldeado por la evolución del cerebro después de años de aprendizaje basados ​​en ensayo-error. Tu cerebro ha aprendido a establecer predicciones muy útiles sobre el entorno en determinadas relaciones según su vivencia o experiencia. ¿Cómo establece predicciones?

  • En relaciones causa-efecto:
    • si enciendo una chispa sobre la leña, ésta hará fuego
    • si echo agua sobre el fuego, éste se apagará
  • En relaciones espacio-tiempo: si sigo caminando en un intervalo de una hora avanzaré 6km.

Al predecir circunstancias básicas de las leyes naturales en contextos relativamente simples, la lógica es de utilidad. Pero cuanto más amplio es el campo a predecir, o más extenso en el tiempo, más variables intervienen en la fórmula y más fácil caer en el error. Cuando pretendemos anticiparnos en las circunstancias de la vida donde existen más implicaciones que las derivadas de nuestras acciones o elecciones, nuestros cerebros pierden efectividad en el pronóstico de la consecuencia, de la causa-efecto. Simplemente porque las variables derivadas de la coexistencia de miles de personas y miles de decisiones personales es tan amplio que resulta pretencioso querer controlarlo.

La meteorologia ejemplifica muy bien este concepto:

A pesar de su intención planificadora, su alcance es limitado y con frecuencia incierto o incluso improbable. Cuanto más lejos quiere participar en la predicción, mayor posibilidad hay de error. Esto se debe a que influyen demasiados denominadores sobre los que establecer seguimiento: masas de aire, corrientes, fases lunares, ciclones, simbiosis entre el Amazonas y el desierto…

Hay demasiada intropía como para determinar un único resultado.

Podemos pronosticar el resultado cuando el suceso está muy cercano, porque ya se ha dado en algún otro punto del mundo o porque vemos su proximidad, tal y como conocemos que un huracán en la costa de Florida puede desembocar con fuertes vientos en la península pero es difícil anticipar el huracán hasta que no se ha desatado la reacción que lo provoca. Resumiendo, tal y como sucede con las predicciones meteorológicas, sucede con las predicciones logísticas de nuestra vida.

3. La ilusión de control, o la farsa de control

Nos empeñaremos en atar lo que sucederá al día siguiente estableciendo las medidas necesarias para asegurarnos de que todo sea como esperamos que tenga que ser. Y para que este sistema funcione todo queda encajado, rígido, inamovible…perdemos la posibilidad de que al día siguiente pueda ser asombroso porque establecemos de antemano cómo debe ser.

Manteniendo el vínculo con la mentalidad controladora nos perdemos el misticismo de la incertidumbre porque suprimamos cualquier acción o elección que no se rija por la coordinación del pensamiento lógico. Desacreditamos cualquier decisión espontánea que no sea “coherente” con la forma de pensamiento analítico o ajustada a la obtención lógico de un fin.

Despreciamos sin querer el rumbo interior, y rechazamos la respuesta “mística” o a nuestros anhelos porque desencajan del proceso de la forma de procesamiento mental comprensión mental en el que eres absorto. Es la arrogancia del sentido de control, la falacia del EGO.

El hecho intuitivo a menudo se opone a la lógica de la evidencia, aporta a menudo información que cuenta con poco apoyo de la realidad exterior. Pero aquí es donde reside la magia, decidir creer en ella o en la razón.Se asemeja a la visión del andén y 3/4 de Harry Potter: lo que los sentidos te indican es que allí sólo hay un muro impenetrable, pero si confías, si eliges ir más allá, te encontrarás mucho más de lo que nunca habías imaginado. La intuición es la voz que te anima a traspasar el muro, la que te lleva hacia aquello que anhelas.

Para reforzar el valor de la intuición y desmantelarte suavemente el concepto de control hacia la vida, aprovecho para compartir una experiencia muy gráfica, algo que elijo relatar para ser una experiencia reciente que corroboró de una forma muy contundente el valor de la intuición.

Precisamente porque en el momento del suceso había factores muy evidentes que contrariaban la información recibida, la credibilidad a esta preciosa vocecita se hace más intensa.

4. LA MAGIA DE SEGUIR TU INTUICIÓN

Ésta es una historia de ilusión, una historia para ilusionarse. Y como la mayoría de los elementos fatnásticos de mi recuerdo, se inició a través de un viaje.

Estaba en Croacia y tenía decidido visitar alguna de las islas del país, a pesar de conocer que se aproximaba un terrible temporal proveniente del Atlántico. Yo misma había sobrevolado la masa de nubes densas que cubrían buena parte de la distancia entre España e Italia, así que tenía la confirmación visual de este hecho. El día escogido para realizar la visita a la isla el pronóstico no podía ser peor: una tupida cortina de oscuridad y nubes que parecían querer tragar el mar, cubría todo el cielo.

A pesar de la veracidad visual de mal tiempo, dentro de mí resonaba con mucha fuerza la idea de ir igualmente, escuchaba una certeza que me decía: “tú ve, ya verás que no es por tanto. Prueba y ve.” El temporal hubiera disuadido a cualquiera a embarcarse hacia una isla en plena previsión de diluvio, pero por experiencias previas ya voy permitiéndole darle espacio a estas informaciones y conozco de primera mano que muy a menudo es son más fidedignas y verídicas que la que capto por los sentidos o la que el .labora mi sentido común. Así que, no sin un poco de resistencia inicial, me embarqué, decreté “que sea lo que tenga que ser” y me dirigí al puerto a comprar mi billete de ida.

el cielo aquel día

Llegué justo a tiempo para comprar el billete del último ferry que salía aquella mañana, con absoluta facilidad y unos minutos antes de que el catamarán zarpara.

En el trayecto hacia la isla, la perspectiva desde el mar era aún peor: un azul oscuro competía con el color de las profundidades con el mar. Sin embargo ya estaba dentro y no valía la pena ceder a los temores, así que me dispuse a disfrutar del trayecto.

Mientras avanzábamos hacia la isla, apareció un claro en el cielo, justo por donde se filtraba la esfera solar, y sus rayos se proyectaban a la altura de donde pasábamos con el barco. Un claro lo suficientemente grande como para calentarme la piel a través del cristal del catamarán. Allí tenía un guiño del cielo para confirmar mi elección, para envalentonarme a confiar. A menudo, este símbolo solar, para quien la quiere creer, es la forma de bendición, de reafirmación que estás en la dirección correcta. Para los que se adhieren en el sentido común, este post no pretende contrariarlos, sólo contar mi experiencia.

Continuemos.

Pues bien, llego a la isla y nada de lluvia. Para consolar el miedo latente que me decía que aquello podía empeorar, decidí darme un plazo de tres horas de expedición, y si pasado ese tiempo la tormenta se hacía gorda, tomaría el ferry de vuelta. Mientras tanto, como ya estaba allí, pertenecía disfrutar.

Me puse a andar sin ningún rumbo concreto cuando se volvió a despejar el cielo mientras pasaba por la altura de una calita totalmente tranquila y desierta, y dicho de paso, de las de postal. Aunque era pronto y todavía quedaba brisa húmeda de la lluvia, no me lo pensé dos veces, y en un pis pas, ya tenía el bikini puesto y me disponía a adentrarme en la refrescante agua marina mientras los rayos de sol bañaban la superficie del agua. Disfruté unos buenos 10 minutos de un baño en el mar con el sol, y un fondo negro. Una imagen de contrastes y al mismo tiempo una reafirmación de que cuando tomas el rumbo hacia lo que quieres hacer en consonancia con lo que realmente quieres, a menudo se alinean circunstancias sorprendentes, se abren puertas que ni te imaginabas. ¿Quién imaginaría un agujero de luz en el lugar donde quieres bañarte en medio de un fondo negro? Es impredecible.

Después de este chapuzón inicial, y con el entusiasmo a flor de piel, me vestí a corracuita para continuar la visita, procurando ganar tiempo al mal tiempo. No tenía ningún destino ni dirección fija a donde ir, tampoco había buscado nada de aquel lugar, así que simplemente andaba.

Mientras avanzaba en alguna dirección, me crucé con un chico y volví a oír la misma información sin procedencia definida que me susurraba: “habla con él”. De nuevo estaba ante una información repentina con un contenido que se confronta con mi pensamiento con la acción: la vergüenza de hacer algo irracional hacia el impulso de hacerlo y experimentar qué pasa.

Como ya estoy lanzada en este proceso de exploración, lo hice, fui decididamente a hablar con él para preguntarle si me recomendaba algún sitio natural y paisajísticamente agradecido. Y precisamente esa persona fue quien me proporcionó la información de uno de los lugares más sorprendentes de todo el viaje, quien me recomendó un paisaje mucho más idílico de lo que pretendía encontrar de entrada, sin siquiera yo saber qué iba buscando.

Me recomendó una playa llamada Pachamama (si, sólo el solo hecho del nombre ya era como un imán para mí) que se encontraba en un trail algo escondido. Así pues me dispuse a encaminarme hacia ese lugar charlando con él y agradecida DE QUE LA VERGUENZA NO ME HUBIERA DISUADIDO DE LO QUE LA INTUCIÓN ME HABIA RECOMENDADO.

cuando me enseñó con el móvil dónde ir

Ens vam acomiadar i vaig mantindre la direcció aconsellada. Just albirada la primera platjeta, es va desplegar la pluja amb tot el seu potencial. A correcuita vaig adreçar-me a l’aixupluc d’una petita carpa amb taules i cadires on vaig córrer a refugiar-me. Literalment en aquell moment semblava que el cel s’esmicolés sobre la terra, però just havia esclatat en el moment en el que tenia un refugi a la vora, i l’aigua no va deixar massa mullader sobre la meva roba.

Va ser una pluja torrencial, però no em deixava desanimar, havia arribat just en el punt en el que apareixia un lloc on aixuplugar-me, i tenia una creença ferma en que aquell panorama podia millorar. Simplement havia d’observar, veure què passava.

Passats uns 20 minuts de pluja ferotge, tot es va calmar tal com va arribar i el cel es va començar a aclarir. Vaig sortir del meu refugi per encaminar-me cap al trail i seguir cap al lloc mencionat. ( si , dubtava una mica de si feia bé o devia marxar , però va poder amb mí la necessitat d’exploració ).

Seguia el caminet, per cert, un caminet pedregós, estret, i poc transitat, dels que conèixes de primera mà que només et poden portar a un lloc on no hi arriba massa gent, i que precisament són els que m’entusiasmen, quan em vaig ensopegar amb un gosset molt simpàtic delerós d’unes carícies al clatell. Va aparèixer l’amo i no sé exactament com, però vam acabar fent el camí plegats mentres teníem una conversa lleugera.

Resulta que aquest home era el propietari d’un petit restaurant eco-friendly de la caleta on m’adreçava (quina casualitat , eh?) i em va estar explicant la seva vida a l’illa, com era viure allà. El camí se’m va fer molt ràpid, i quan vam arribar al lloc no podia estar més sorpresa: una petita cala pedregosa amb aigua cristall que es convertia blau turquesa, tot decorada de pins i un petit mur de pedra des d’on sobresortia una gran olivera. Les hamaques buides li conferien al lloc l’emplaçament ideal pel descans del viatger alhora que no sobrecarregàven el paisatge. El restaurant era una petita construcció de fusta que casava totalment amb l’entorn , amb un seguit de tauletes de fusta senyalàven que a l’espai podies gaudir d’un àpat. Era un lloc preciós, increïble.

Pues bien, yo de entrada había ido con la intención de descubrir y dar un chapuzón, así que me sabia mal hacer uso de las tumbonas, pero el hombre me invitó a que utilizara lo que me apeteciera. Me volví a poner la ropa de baño y hacia el agua. Qué libertad, qué agradecimiento, qué entusiasmo. Todo vibraba en mí. El cielo se despejó hasta lo impensable, y la crema solar se volvió a hacer imprescindible. Era de ensueño tener la posibilidad de disfrutar de aquel lugar yo sola, de ese espacio sólo por mí, sólo por intrépidos que habían ahuyentado los miedos del mal tiempo. No sé cuánto rato estuve, pero sé que el tiempo desapareció, hasta que no me dio el aviso la barriga.

Por la amabilidad del hombre, me acerqué a preguntar si era posible pedir algo para comer, a lo que él me respondió que sí, que justo era el último día que trabajaba y quizás no tenía todo lo que aparecía en la carta, pero que encantado cocinaría algo. En ese lugar nada podía casar más que un plato de pescado fresco, así que ésta fue la elección. No olvidaré que encendió la brasa sólo para cocinar ese único plato. Y recuerdo las palabras que me dedicó: “ahora relájate, no tengas prisa en que la comida llegará”. Lo necesarias son de escuchar estas palabras, cómo nos hacen falta a los acelerados occidentales delegar la prisa por permanecer en la calma del tiempo, donde todo llega y donde no hay ferocidad.

La magia sólo se estaba desencadenando. Para hacer espera dejé mis cosas en la hamaca y empecé a recorrer el caminito de piedras que continuaba manzana adentro, con el bañador y unas zapatillas, libre de cargar nada, libre de responsabilidades. Así fue como a los pocos minutos me encontré con la panorámica más salvaje de la isla, de la zona más salvaje e intrépida: frente a mí se alzaba la unión de la roca y el mar, unión desposeída de construcciones urbanísticas, transportes y personas. Sólo piedras que veneran el cielo con sus formas esculpidas por las mareas y las lluvias, los pinos, la flora mediterránea y el olor a mar y romero que tanto me enamoran. Era respirando el elixir de la vida. No tengo palabras para describir el efecto de éxtasis de esa brisa en mí ni de esa visión, tampoco creo que exista ninguna droga que te acerque al estado de unión con la tierra que conseguí en ese lugar. Estaba viviendo magia pura. Encontré una roca plana, inusualmente plana, y decidí tumbarme en ella a disfrutar de aquello. Todo en ese momento era perfecto, de una sencillez equilibrada y al mismo tiempo de una inconmesurable complejidad. Podía decir que estaba en paz.

No sé cuánto rato estuve, pero cuando sentí que ya me había recargado, emprendí la vuelta a la cala. Aproximándome me vinieron a avisar de que en 5′ tenía la comida hecha. Qué maravilla. No sé si lo que fue delicioso en el almuerzo en sí o la fotografía de almuerzo bajo un olivo mirando el horizonte del mar, la cala, viviendo la tranquilidad. Me comí ese pez de forma reverencial, con suma sutilidad, con veneración.

Cuando terminé, acerqué los platos a la cabaña restaurante, y aquí me ofrecieron una copa de vino (gratuita) mientras charlábamos sobre el mundo de la restauración. Si ya te digo que no podía ser mejor. El vino era de mezcla de viñedos y el resultado era abrumadoramente aromático. Y ese pequeño aporte etílico acabó de aumentar la sensación de ensueño.

Mientras estábamos allí intercambiando diálogos, se me ocurrió proponerle la opción de ofrecerme como ayudante de temporada, sin compromisos, únicamente dejando la posibilidad en el cielo. Él aceptó la propuesta recibiendo mi dirección de e-mail. El próximo verano os diré algo sobre si se ha desarrollado o no, aquí todos mantendremos la intriga. Y así, después de horas de ensueño fue como decidí emprender la vuelta hacia la zona del puerto.

la illa d’Hvar por la tarde estaba bien soleada

Feliz. Feliz de haberme atrevido a valorar estos parpadeos de información, feliz de haber seguido los dictados de la intuición, feliz de sentirme en armonía, y sobre todo, feliz de haberme dejado guiar por esa voz interior.

Carolina Muscatelo Rius

2 respuestas a “LA VERACIDAD DE LA INTUICIÓN”

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