CÓMO SALIR DE LA ZONA DE CONFORT: EL SALTO AL VACÍO

Saltar al vacío es dar el paso adelante enfocado a averiguar qué hay en la zona inexplorada de la existencia, donde no hay ningún horizonte delineado o visible, esa zona donde todo está en blanco y simplemente existe el desconocimiento de quien no sabe nada pero tiene todo por aprender.

El vacío es la materia primaria del big bang de la experiencia, es el ingrediente donde todavía nada tiene forma y todo está por moldear.

(IMAGEN «One of the old dives» COSTA DVOREZKY)

Cuando en la vida nos encontramos ante el precipicio del cambio, saltar al vacío es de las acciones más valientes y más confrontativas que existen.

Por un lado emprendes una acción que te llevará indudablemente al cambio, y con él, al conflicto interior (una transición de inicio hace mucho vértigo), y por otro, avanzar con paso firme hacia un destino desconocido es un ejercicio de empoderamiento fabuloso.

El salto al vacío es abrir una brecha en la rutina hipercompactada para permitir que entre la incertidumbre, y con ella la novedad, la espontaneidad, la brisa fresca de nuevos encuentros y sobre todo, la posibilidad de que situaciones maravillosas lleguen a ti.

Poner un rumbo hacia lo desconocido es dar permiso a la experiencia, el «si quiero» a la novedad y abrazarla sin ningún condicionante. Es un acto de apertura total a la vida ya cualquier cosa que pueda aparecer en el horizonte de sucesos (incluso abrirse a aceptar que podrían llegar situaciones desagradables, pero escogiendo confiar en que si aparecen, tendremos elementos para salir adelante).

Es el espacio donde permites que la vida se manifieste con toda su potencia, donde das la mano a la imaginación, a los sueños ya la posibilidad de consentir que lo que sólo existe en el campo de las ideas se materialice en realidad.

HACER UN SALTO DE VIDA DA MIEDO


Esta manifestación de la magia de la vida surge a posteriori de defender una decisión que de inicio no tiene muchos argumentos que la apoyen, donde la principal motivación es una necesidad de cambio, un anhelo de mejoría, o una fuerza interna que te incita a salir de dónde estás.

Desgraciadamente esto de no tener garantías es de las cosas que menos seduce a la mente, pero el salto de fe funciona en este orden:

  1. Primero crees que puedes hacerlo
  2. TE ARRIEGAS
  3. Cuando te has arriesgado, aparece la magia de la vida.


¡Qué poco nos gusta esto de arriesgarnos sin garantías! La mente da unos monólogos de terror y un jaleo cuando saltas sin ver si llevas paracaídas o la colchoneta elástica que te espera… Pero en eso consisten los saltos al vacío, al visualizar una posibilidad, una idea de destino o futuro, y ir a buscarla aunque no se tenga respuesta a los comos y ni a los cuántos, ya pesar de los chillidos de advertencias de la mente.

Debo decir que estos movimientos de cambios e incertidumbre vienen de la mano de un alzamiento del terror sobre el futuro inminente.

En lo imprevisible y en el desconocimiento, la mente a menudo se desborda en pensamientos catastrofistas sobre lo que podría venir y te chilla todo tipo de peligros. Así que la acción de saltar la haces cargando todos los temores encima. La buena noticia es que en medio del salto los terrores se disipan y comienzas a experimentar las sincronicidades de la vida, y la otra bendición, citando la tercera ley de Newton, es que toda fuerza negativa presenta su contrario o que por cada acción y hay una reacción igual y en sentido opuesto.

¿QUÈ QUIERE DECIR ESTO?

Como antídoto psíquico al temor, dentro nace tuyo un empuje equiparable a los miedos percibidos, experimentas una especie de inercia movida por el deseo de encontrar las esperanzas que te llenan el corazón, y esta fuerza te ayuda a impulsarte a dar el salto de fe en la dirección elegida. Por eso remarco la valerosidad que se esconde detrás al dar un salto de vida, porque conozco de primera mano al terror interno al que te confrontas cuando transitas cambios.

Yo me he dedicado a dar saltos al vacío, ya pesar de la colección de riesgos y aventuras, les aseguro que cada una de las veces que me he encarado a un tráfico mi cabeza ha sido un nido de dudas.

A pesar de tener un mico de experiencia al hacer incursiones fuera de la rutina, soy de las personas que tibutea en las decisiones, tengo debate interno sobre qué escoger, y una vez decidido a menudo me replanteo la decisión, incluso bajo la presión del cangueli, he intentado volver atrás (es sorprendente ver que la cabeza intenta deshacer lo hecho y lucha por volver atrás a pesar de saber que no podemos invertir el tiempo, pero así es mi cabeza).

Conozco las dificultades y las batallas que se generan en el interior de los hombres, yo misma vivo la olla de grillos que se me genera en el cráneo cada vez que me enfrento a una decisión un poco determinante.

Pero emprendo los cambios igualmente, quizás no desde la absoluta convicción ni la plena seguridad, sino desde el salto y el lanzarse al vacío, ya que si las pienso demasiado, NO las haría por falta de argumentos.

Y con todo esto quiero decirte que las dudas están ahí, pero si yo puedo tirarlo adelante con todo este berenjenal de fondo, tú también puedes.

Como verás en otros posts, mis mejores maestros han sido los viajes, porque son zonas vacías de previsión y preconcepción. En la mayoría de viajes tiro del derecho invirtiendo los ahorros que tengo, primer factor con el que la mente se pelea:

«Ahora te gastarás los ahooooorros» ( ostia, si los ahorros los quiero para hacer de la vida magia.)

Seguidamente viene la temeridad de hacerlo igualmente a pesar del miedo para finalmente adquirir la práctica de ir haciendo incursiones en el vacío y volver reforzada. Pero claro, este último es el ejemplo de lo que le explicaba más arriba, sin el riesgo no habría acumulado la experiencia, y sin el cúmulo de experiencia no habría constatado todo este mecanismo de ayuda universal del que le hablo sobre saltar al vacío sin más.

Así que como te decía antes: primero se da el paso de fe para ver cómo se alinea la vida entera para apoyarte.

La dificultad de los saltos al vacío es que la incertidumbre viene cubierta por una nube de miedos que actúa como un holograma que invita a la huída proyectando películas de terror, y que cuanto más te aproximas más denso parece, pero cuando se escoge la acción de cruzar, se disuelve tal y como llegó. Y cuando crees, crees que detrás del holograma se escondía todo lo que habías soñado.

Si quieres profundizar en el tema, te recomiendo la lectura de los siguientes posts, puedes clicar sobre ellos para acceder directamente al contenido:

  • «Aprender a tener confianza en la vida»
  • «Las señales en el camino de la vida»

Espero que la lectura te haya apoyado, y como siempre, te envío un cálido abrazo;

Carolina Muscatelo

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: