Estaba aquí sentada sintiendo profundamente la soledad, esa soledad que se percibe como indeseada cuando he querido conectar con mis amisados cercanas para que me alejaran provisionalmente del vacío, para sentir la cercanía de aquellos para quienes soy valiosa o importante. Después de hacer algunas llamadas sin respuesta, me he preguntado a qué me empuja la vida en esta situación, por entender que me está llevando a hacerme amiga de mí misma, a extraer de ese vacío el oro que existe dentro de mí, encontrar en mí aquella amiga que estoy buscando fuera, aquella amiga que consiste en una voz que aporta positividad, aprendizajes, con quienes compartir la alegría de encontrar la mejor versión de uno mismo. Así que, a pesar del sentimiento de soledad que migra en tristeza o en ocasiones, en desesperanza, he decidido ir a por dentro. En lugar de caer en la desesperanza, he escogido tomar este material de soledad para invertirla en una acción de provecho. Y de ahí sale el post que eres leyendo. Deseo que pueda serte de utilidad.
1.AMARSE A UN MISMO
Hacerse amigo de uno mismo es el ejercicio de quererse en cualquier situación o ambiente, acogerse sin condenas envolviendo bajo un abrazo inclusivo y protector todos los aspectos de uno mismo, incluso los incoherentes y que querrías barrer lejos de tu núcleo. Es declarar ante la vida la aceptación de contener oscuridades y luces, incluso esas caras de ti que consideras desagradables para gritar muy fuerte: ¡soy perfectamente imperfecto!
El amor hacia uno mismo debería ser como el vértice estático sobre lo que la vida gira: una capacidad inalterable de autoquerse indistintamente de lo que ocurra allí fuera. Me quiero cuando las cosas me salen geniales, y me quiero cuando me tropiezo y la pífio. Éste sería el idílio romántico de autoamor, porque al fin y al cabo, todos hemos venido a la escuela de la vida para aprender y los errores forman parte de este aprendizaje.
Pero en el experimento de vivir, el autoamor se verá puesto a prueba: se expondrá a lesiones, tropiezos o “errores”, pérdidas etc. y aquí estará el reto de escoger gustarse a pesar de los acontecimientos desagradables que nos conectan con la faceta menos placentera de la existencia y hacen brotar las facciones oscuras de la personalidad, aquí aparece la misión de gustarse a pesar de las emociones desagradables y las reacciones que rechazamos de nosotros mismos.

Extraer a la superficie aquellos rasgos de ti que son irritantes y bríndarles amor en contraposición del deseo natural de ocultarlos a las profundidades, es un ejercicio de empoderamiento y unificación de tu persona muy valioso, es elegir completarte a ti mismo al acoger todo de ti sin reservas, aceptando que tienes la dualidad de carácter típica de la realidad en la que vivimos, es decir, que nos experimentamos en un juego de contrarios.
2.CÓMO QUERERSE EN LAS DIFICULTADES
En las etapas en las que la realidad que nos rodea nos refleja belleza y abundancia, donde nos nutrimos de un entorno que nos ofrece apoyo y nos sentimos valorados y queridos, gustarse es tarea fácil. En estos momentos se experimenta la recompensa de un crecimiento desbordante de amor dentro de uno mismo, hacia uno mismo y hacia la vida, que actúa como un imán que atrae a más experiencias similares de positividad. El amor siempre llama a más amor, y en esta multiplicación se manifiesta un crecimiento desbordante de afecto que te inyecta una fuerza que te hace sentir capaz de todo. DAME AMOR Y UN PUNTO DE PALANCA QUE OS MOVERÉ EL MUNDO.
Cuando la estación primaveral se transforma progresivamente en el invierno de la vida y ese escenario ideal que te hacía sentir pletórico culmina, aparece la amenaza de que retará en duelo el afecto hacia ti mismo.
Cuando la vida se altera y se pierde la comodidad previa, se produce un intento de la mente por amarrar y recomponer lo que está desapareciendo. Al comprender que la rueda de sucesos sigue girando a pesar de tus esfuerzos por mantenerlo en estático, te sientes obligado a tragar una pócima que no te gusta nada, la pócima del cambio.

Dependiendo de los factores que han transformado aquella realidad que te gustaba, aparecerán dos sentimientos: el de impotencia por no poder detener la transformación, o el de responsabilidad, ya sea por las decisiones elegidas o la ausencia de acciones. En este proceso suele aparecer un veneno llamado CULPA que te encarcela dentro de la mente y contamina la relación contigo mismo.
En los trastornos es cuando verdaderamente se pone a prueba el autoamor. Es mucho más fácil flagelarse por las equivocaciones que abrazarse con cariño y cuidarse.
En los errores o cambios pasamos a ser, o bien una víctima herida de las circunstancias, un verdugo que se autolesiona la autovalía o el juez que culpabiliza a todos menos a sí mismo del dolor que experimenta. Los tres son mecanismos que señalan el dolor como el vértice de los sucesos pero de formas diferentes, ya sea como para cocrear situaciones emparentadas con el dolor que sientes y permitan su purga (tengo dolor y me enfrento a todo el mundo porque si alguien me ataca y me hiere, podré finalmente liberar todo el llanto que siento), como para esquivarlo, debido a que el peso de la reconocerse responsable es demasiado grande como para hacerse cargo. Pero un dolor se cura con amor, no con más dolor. Matar fuego con fuego no funciona, en estos casos el remedio necesario es el antagonista, no el homeopático.
No he encontrado otro reto más intenso que el de quererse en los momentos difíciles en los que no aparece lo que se desea, donde hay pérdida, disgusto o frustración. En estos momentos buscamos como quien necesita respirar, la distracción de nosotros mismos, el estímulo exterior, el adormecimiento de nuestra cabeza. Pero precisamente son estos momentos en los que debemos PASAR TIEMPO A SOLAS CON NOSOTROS MISMOS para ver qué se nos está generando por dentro.
Acompañarnos y cuidarnos de las lesiones del corazón nos enseña a autodosificarnos amor, a observar aquellas heridas que se habían tapado porqué molestaban en el avance por la vida, para finalmente atenderlas con cuidado. Pasar tiempo con nosotros mismos es aprender a estar de la mano de nuestra compañía para extraer el oro de nuestro interior, para encontrar la alegría de nuestros talentos y reconocer todas aquellas cosas valiosas en nosotros que son fabulosas y entusiasmantes.

En esto se basa el “CONÓCETE A TI MISMO” del templo de Delphos, de ser conocedor tanto de tus fortalezas como de tus sombras desde una aceptación ligera, sin cargas punitivas, desde el reconocimiento libre de juicios de lo que somos.
Al fin y al cabo, lo que somos responde a situaciones vividas, a las experiencias transitadas, así que tu personalidad tiene un motivo de ser.
Al integrar la esfera entera de quienes somos con la benevolencia del sabio, podremos escoger acciones encaminadas a la reconstrucción de la persona que nos gustaría ser ENFOCÁNDONOS en elección conscientes de actitudes diferentes a las que se corresponderían a las reacciones de nuestro antiguo Yo.
Por eso es necesario primero conocerse las partes oscuras y acogerlas, porque desde esta aceptación es donde se abre la dimensión al cambio y la posibilidad de poner atención sobre nuestras sombras, para escoger desde la libertad consciente, otra reacción. Es la aceptación transformadora de la que habla Jung.
Te envío un abrazo;
Carolina Muscatelo
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