La fuerza interna es el maravilloso desenlace a una crisis, es la destreza de vida adquirida después de los altibajos emocionales.
Es el empuje necesario para hacer frente a cualquier situación, desarrollando capacidades propias o haciéndolas crecer por encima de lo esperado.
La fuerza interior resuena con el arquetipo del héroe, pero no suele surgir desde una posición heroica, más bien ocurre al revés.

El héroe nace de una posición de incomodidad, donde se siente inseguro y probablemente vulnerable pero se ve empujado a tomar decisiones difíciles en una situación de vida crítica. Viene del drama y de los traumatismos de la vida, y es el arquetipo de la autosuperación.
Esta figura emparentada con el flujo de fuerza, se empodera de la situación, se responsabiliza de la acción y elige avanzar con los temores encima, con las heridas y los duelos, obteniendo siempre un RESULTADO POSITIVO: se consigue maestría, la readaptación a unas nuevas circunstancias, la adquisición de nuevas fortalezas mentales y un profundo autoconocimiento de los propios límites y debilidades.
Adentrémonos en esa capacidad que nos ayuda a resolver los conflictos, entremos en calor con un extracto motivacional de la película: “El guerrero pacífico”:
CONTENIDO!
1. EL MECANISMO DE LA FUERZA INTERIOR
Cuando se reconoce la propia vulnerabilidad pero se elige con valor ponerse en marcha (en vez de quedarse paralizado), se activa el engranaje de la FUERZA INTERIOR. Esta maniobra interna es el elemento compensatorio de la psique, el ingrediente que facilita la transición a través de las dificultades y los miedos para reestablecer el equilibrio.
La fuerza interna es el elemento que da refuerzo a las capacidades para permitir encarar el supuesto “daño” que debemos afrontar: nutre a la propia personalidad inyectando combustible sobre las destrezas personales y en el pensamiento creativo. Es el antídoto que equilibra la balanza entre la adversidad y la posibilidad de superarla.
2. EL MENSAJE DE LA FUERZA INTERIOR

La forma que tiene la vida de hacernos saber que el rumbo escogido es el correcto es mediante la activación de la fuerza interna.
Cuando nos sentimos inundados por este apoyo intrínseco, la lectura que debemos hacer de la situación es que el movimiento escogido nos es favorable, que la acción hacia donde dirigimos nuestros esfuerzos tiene el apoyo universal. A través de la sensación física de valor recibimos el mensaje de que podemos valernos de nuestros recursos interiores para afrontar el reto que nos hemos propuesto. La sensación de valor es el lenguaje a través del que la vida entera te comunica un gran: ¡ADELANTE!
Puede sonar a lectura tarotista de la existencia, pero en el desconocimiento de lo que va a suceder, las sensaciones físicas tienen la claves para hacernos llegar el acierto o desacierto de las decisiones elegidas. El cuerpo siempre nos da la respuesta a las elecciones de vida a través de las sensaciones corporales.

En varias ocasiones, cuando me he enfrentado a decisiones temidas, se ha abierto un circuito de colaboración externo inaudito como respuesta a la valentía. En los momentos más críticos o decisivos en los que me debatía entre empujar hacia adelante un proyecto o tirar la toalla, cuando escogía con firmeza avanzar a favor de mis aspiraciones se abría la magia de la vida para apoyar la valerosidad del paso elegido. Te aseguro que cuando apuestas hacia un rumbo con cierta convicción (nunca puedes tener una convicción del 100% pero con que elijas apostar por ello ya sirve), el universo entero trabaja para hacerlo viable, se allana el terreno y las dificultades se difuminan.
La fuerza interior es el mensaje vital de que el rumbo nos es favorable, es un manifiesto a la autoconfianza y al mismo tiempo una referencia de que la vida aplicará su colaboración infinita para apoyarte en la transición del momento en el que te encuentres. Sólo estableciendo la dirección de actuación y aferrándote a tu fortaleza interior, encontrarás una sincronía con la vida con coincidencias inexplicables.
3. ADAPTACION A LAS DIFICULTADES
En una crisis es donde realmente se activa la remodelación de las capacidades personales.

Para entender qué ocurre a nivel psíquico, os pondré un ejemplo muy gráfico del mecanismo adaptativo del cuerpo, ya que la adaptación mental vendría a ser similar a la compensación que presentan los músculos ante el ejercicio:
El ejercicio es un elemento estresor: las fibras musculares son sometidas a una fuerza externa, a un estrés, al que deben sobreponerse. En la acción del movimiento, algunas sufren “daños” y se rompen, pero la fuerza conjunta hace que el músculo afronte el peso y se sobreponga a la carga que debe movilizar (elemento estresor).

A pesar del agravio, la sabiduría natural del organismo activará mecanismos de reparación que reforzarán la zona moldeándola de una forma mucho más adaptada a ese estrés, y la próxima vez que nos coloquemos delante de aquella carga, el organismo estará mucho más preparado para confrontar ese esfuerzo y los daños serán menores, hasta tal punto que la carga ya no supondrá reto ni daño para el cuerpo.
Tanto en el cuerpo como en la psique todo está preparado para recuperar la armonía. La homeostasis es la regla universal del juego de la vida, por eso, si existe la agresión, EXISTE EL MECANISMO QUE NEUTRALIZARÁ LA AGRESIÓN. Y en los momentos de dificultad, la homeostasis se revela a través de LA FUERZA INTERIOR.
4.LES DIFICULTADES NOS AYUDAN A CRECER
La adversidad tiene la capacidad de despertar talentos que en la prosperidad habrían quedado dormidos.
Horacio

Uno no se experimenta a sí mismo realmente si no es a través de las dificultades.
Es mediante ellas donde realmente nos hacemos conscientes de lo capaces que somos de sobreponernos a las situaciones, de sorprendernos de lo válidos que podemos llegar a ser. Si la vida fuera plácida, no tendríamos el estímulo de que nos empujara a activar y readaptar nuestras habilidades, necesitamos de la incomodidad para nutrir nuestras aptitudes.
En la ausencia de retos nuestro espíritu se vería privado de la oportunidad de desarrollar su auténtico potencial, quedaríamos atrapados en una quietud que nos paralizaría. Lo estático es más dañino que la naturaleza del cambio.
De la adversidad nace la virtud de la renovación y la transformación personal para crear un nuevo “YO” con una forma más evolucionada, una regenerada forma de ser donde todo es más: más CONSCIENTE, más despierta y conocedora de las propias fortalezas y debilidades, más sabia por lo general. Y como sabiduría me refiero tanto al autoconocimiento de las fortalezas como al de las debilidades. .

En la desventura es donde obtenemos el premio de generar adaptaciones que nos permitirán acceder a los objetivos que nos gustaría alcanzar o a las formas de vida con las que soñamos. Sin la adversidad no nos veríamos empujados a buscar nuevos rumbos que modifiquen una existencia que temporalmente se ha vuelto insostenible. De hecho, cuando un sistema de vida se hace insostenible es el indicador más claro que deben introducirse aquellos cambios que tanto tiempo llevamos postergando por temor. Es el momento de introducir nuevos rasgos en la personalidad que permitan el progreso, para diferenciarnos de los que nos mantenían atascados en formas de ser y sistemas de vida que nos impedían progresar.

Habrá un proceso entre la calibración del daño a enfrentar y la aplicación del remedio adecuado, pero nunca conoceremos el desenlace a menos que naveguemos en la adversidad. La fuerza interna es el oponente a la adversidad en el juego de contrarios de la vida.
Reconozco que no siempre es fácil, yo soy la primera que cuando aparece una dificultad de vida se acojona un poco. Cuando se presenta el temor en la esfera de la realidad, su aparición repentina es tan imponente que nos quedamos provisionalmente fuera de juego. El primer estímulo es el choque emocional, la sensación de estupefacción por el desconocimiento de cómo resolver el conflicto que nos “amenaza”.
Necesitamos unos días de exposición al conflicto y al temor que representa para familiarizarnos con él y tolerar la incomodidad recién llegada, unos días más para mirar al conflicto de frente e aceptarlo para que, finalmente, la propia sabiduría interior genere las herramientas que den con el remedio y la forma de confrontarlo.
Se parece a la exposición a un virus:
De entrada amenaza y altera las defensas del organismo causando un cierto daño, pero la propia exposición al daño es la que propicia la busqueda del remedio, en la confrontación es donde el cuerpo se espabila y crea el antídoto.

Aunque al principio dudemos de los recursos de que disponemos, la homeostasis (el retorno al equilibrio) es la regla natural y principio universal de la vida, por tanto hay que confiar en que toda adversidad contiene en ella misma el potencial de la resolución y posterior bienaventuranza. No hay que tener miedo al dar los pasos que nos lleven al cambio, porque el equilibrio siempre vuelve, es ley universal.
La psique es como el Merlín de la estabilidad, siempre buscará un brebaje que nos devuelva al estado natural de paz.
Pero se ha de navegar en el caos.
Y aunque suene descabellado, dar gracias de antemano a aquella situación, porque como reza un cuento sufí, parece ser que lo que estamos experimentando en ese preciso momento es lo que necesitamos para nuestra evolución. La vida siempre nos pone ante lo necesario para progresar y encontrar lo que realmente estábamos buscando, y para conseguirlo, necesitamos del malestar, sin él no nos pondríamos en el rumbo de la búsqueda.
5. QUE ENSEÑA LA ADVERSIDAD
La adversidad nos enseña sobre el movimiento y la impermanencia de la vida, es el maestro que muestra al alumno a moverse en el fluir de la vida, vida que no se detiene, que es móvil e impermanente.

Es un maestro contundente, como un entrenador de la antigua Esparta, que te deja en un contexto solitario con sólo las armas de tus propios recursos para que los aprendas a utilizar, para que aprendas cómo salir de las situaciones menos favorables potenciando las capacidades propias. La adversidad es quien realmente potencia el crecimiento del “YO”.
Sin ella, yo no habría aprendido a ser la persona social, extrovertida y atrevida que soy hoy, posiblemente me hubiera quedado en una posición de introversión, timidez y vergüenza. Y seguramente, si revisas tu historia, a ti te ha pasado lo mismo.
La adversidad nos empuja y nos molesta para que salgamos de donde estamos aunque nos aferramos con uñas y dientes. Y para salir necesitamos de cierto apoyo interno, que es esta maravillosa forma de soporte de la que hemos ido hablando en el post. La fuerza interior es la herramienta que nos predispone a navegar en la transitoriedad de la vida.
Y la mejor manera de nutrir la fuerza interior es hacer aquello con lo que sintonices que quieres hacer. Estés en el momento de vida que estes, cuentas contigo mismo ¡despliégate en la vida! Libera tu potencial, déjalo salir y verás las maravillas de las que eres capaz.
Una cálido abrazo;
Carolina Muscatelo