Como todos los sentimientos de la polaridad “negativa” es un sentimiento que cuesta reconocer y a menudo se reprime y rechaza tanto por quien lo experimenta como del entorno partícipe del teatro que escenifica la envidia.
El envidioso envidia en secreto porque la fuente de sus deseos es a la vez el origen de su malestar: ansía algo que no tiene en ese momento o que no sabe cómo tener. El mecanismo de esta emoción suele ser cierta amargura que deriva en una actitud de desprecio precisamente hacia el objeto de su admiración, porque querer algo que no se tiene o no puede tener en ese momento, provoca frustración.
En sí misma la envidia es inocua sobre el objetivo envidiado, pero es bastante corrosiva para quien la experimenta, ya que amplifica la atención sobre los vacíos y las carencias mientras pierde de vista las virtudes de la situación que sí están presentes. Pero, como todo en la vida, tiene dos caras, y la envidia también puede ser una emoción amiga.
TABLA DE CONTENIDOS:
- LA ENVIDIA ES UN DESEO
- ¿POR QUÉ ES CORROSIVA LA ENVIDIA?
- LAS ARTIMANAS MANIPULADORAS SURGIDAS DE LA ENVIDIA INSANA
- CÓMO EQUILIBRAR LA ENVIDIA
- MI EXPERIENCIA DE CRECIMIENTO CON LA ENVIDIA
1. LA ENVIDIA ES UN DESEO
Los celos surgen del anhelo inocente de desear en tu persona actitudes, proezas o bienes materiales de los demás. Como en todas las emociones, viene a traerte el mensaje de algo que ocurre a un nivel más profundo, indica un horizonte que veríamos conquistar, algo que querríamos tener, te enseña lo que quieres para ti.

Una envidia bien direccionada se puede utilizar de forma constructiva y ser la mano colaboradora que ayude a diseñar sanas estrategias para salir a la búsqueda de aquello que nos despierta una punzada de celos.
2. ¿POR QUÉ LA ENVIDIA ES CORROSIVA?
Lo malo de la envidia sucede en la sobreexposición al factor de nuestros anhelos, es decir, en situaciones en las que los grandes desigualdades son vividas de forma regular o en entornos donde la comparación es la norma y la convivencia diaria expone al intercambio de opiniones entre quiénes somos y qué tenemos . Os pondría muchos ejemplos de casos de escuelas y trabajos, pero creo que, en estos contextos, todos hemos vivido tanto la faceta de envidiar como de ser envidiados.
Cuando existe desequilibrio de fondo o mucha implicación pública, la emoción a costa de reactivarse se desborda y se apodera de la mente. La envidia, como toda emoción, busca la protección y la integridad de la personalidad, y si detecta menosprecio, comparación o desplazamiento, buscará mecanismos para reestablecer la autoestima afectada.

3. LES ARTIMAÑAS MANIPULADORAS DE LA ENVIDIA
La alianza entre la envidia y la mente crea una estrategia enfocada al destruir el brillo de lo que luce ante nuestra percepción, utilizando mecanismos para inutilizar aquello que nos provoca dolor de mirar, vertiendo desdén y palabras contaminantes tanto en el diálogo con uno mismo como con los demás. En este estado de secuestro emocional es cuando intervienen las triquiñuelas, las manipulaciones, la crítica y el desprecio como métodos para dañar el objeto de nuestros anhelos, para rebajar el estatus de la persona/cosa objetivo de nuestros querríamos.

Aparece una falsa sensación de minusvalía ante el supuesto éxito del otro y la sensación de necesitar calibrar la balanza a nuestro favor, y que aquello con quien nos comparamos, baje unos niveles el estatus de la apreciación social porque, sino, nos sentimos amenazados, que empequeñecemos y perdemos visibilidad, y ninguna mente está cómoda en la sensación de la pequeñez. Dejar de ser protagonista visible es un suceso que el ego rechaza, y si tiene que utilizar todo el arsenal de armas en contra de lo que pone en riesgo su posición, creeme que lo hará. (el ego comprendido como aquella entidad mental regida por el temor y que guía todas las acciones de manipulación desde una gestión orquestada por la carencia y el miedo).
Y este desdén hacia lo envidiado es de las actitudes más llamativas y más automáticamente descartadas, en lugar de desbancar lo que supuestamente nos amenaza, nos hundimos a nosotros mismos en un intento de desprestigiar al otro. Es igual a quedarse atrapado en un terreno de arenas movedizas: ves que los demás avanzan, y tú en un intento de ser cómo ellos pulsas al acelerador a fondo consiguiendo lo contrario del efecto deseado. Te hundes más a ti.

La misma energía que puede ser invertida en averiguar cómo alcanzar lo que admiramos, muchas veces es dilapidada en elucubraciones y maquinaciones perversas sobre qué decir, cuándo y a quién para ensuciar la esfera en la que se mueve nuestro objeto de admiración, en vez ver el objeto de nuestras críticas como alguien o algo que nos puede enseñar a cómo llegar allí dónde él/ella ya está.
La crítica es la bilis corrosiva de la envidia: aleja y rompe relaciones, las intoxica, vierte basura encima del otro, y aunque la persona no se entere, se percibe. Nuestro campo cerebral intuye que alguien no le caemos bien, como si escucháramos bajo la piel el murmullo de la melodía de la crítica, una melodía que reconocemos porque suena maloliente y crea mal rollo. Cuando estás con alguien que te genera malestar y no sabes muy bien porque, a menudo se esconde bajo la cabeza un nido de pensamientos de envidia.
3. CÓMO REEQUILIBRAR LA ENVIDIA

- El primer paso es aceptando que la sientes. Con todas las emociones lo inicial es ver que está ahí, y qué quiere comunicarte. Con la envidia funciona genial escribir todo lo que te susurra la emoción dentro de la cabeza, dándole un espacio de expresión para descargar ese monólogo fuera de ti. Para que sea más efectivo, es mejor ecribirlo en la intimidad para su posterior observación, no lo compartas con nadie para no alimentar el circuito corrosivo.
Entonces, cuando se despierta la envidia por un alguien o algo el primer paso es reconocerla, decirte: “óstia, si, menganito o aquello me da mucha envidia”. Hacerla visible le quita poder.
- Lo segundo es reconocer que lo que envidias a ti también te gustaría, como cuando te enteras de que alguien va de vacaciones a un lugar exótico y pronuncias: “ualaaa qué envidia! ¡YO TAMBIEN QUIERO!”.
- Y por último, utilizarla como guía para formular un siguiente paso más encaminado al construir un futuro que contenga lo que deseas que invertir energía en desacreditarlo, es decir, hacer un mapa donde lo que despierta admiración y al mismo tiempo nos pincha las ganas de tenerlo, esté como objetivo.
Cuando lo que deseas es viable en estos momentos ( imagínate anhelar un helicóptero) simplemente pasa a agradecer lo que sí tienes. En mi caso, cuando no lo veo asequible, simplemente lo dejo estar, no se me agarra la envidia al corazón porque el impedimento económico ya hace de por sí un filtro con el que la envidia no se pelea, sería absurdo atacarme también a mí misma por no tener los medios para conseguir cosas que no están dentro de mi radio de posibilidades, así que lo acepto y lo dejo ir.
El truco final y lo más útil de todos para desmantelar la envidia es reemplazarla por la gratitud de lo que ya tienes, es así de sencillo. La gratitud es la fuerza creadora de la bienaventuranza, y atrae hacia ti con más potencia las cosas deseadas. Enfócate en agradecer cada una de las cosas que te rodean, por minúsculas que puedan parecer.

La envidia dirigida de forma constructiva crea puentes entre la creatividad y nuestros anhelos, identifica el diamante de fuera y va dentro a encontrar herramientas para pulir el suyo propio, es así de fantástico. Una envidia bien direccionada es un capitán de a bordo fabuloso.
La envidia sana es inspiradora, nos pone en marcha, abre los ojos a lo que se desea de corazón y es una guía fantástico. Por eso enseñarla desde la perspectiva constructiva, activa la colaboración externa, el mundo se torna un lugar fabuloso donde se te ayuda ir en la búsqueda de tus objetivos y donde despertarás las ganas de la colaboración por parte de los demás.
4. Mi experiencia de crecimiento con la envidia
Hace año y medio vi un documental que se llamaba “EXPEDITION HAPPINESS”, que trata de una pareja que después de haber ahorrado, decide viajar a América con la mascota, customizan un antiguo autobús escolar, y se recorren América de norte a sur.

Representaban el combo de lo que siempre habría querido… una pareja aventurera y autónoma, la libertad de tenerlo todo contigo, cocina incluida, la mascota a bordo y hacer desfilar paisajes. Pues bien, no pude ni acabar de verla porque la envidia se me desbordaba en cada escena que aparecía.
La pausé y me di cuenta de que era envidia de dirección: Yo quería hacer un viaje así, quería sentirme así de libre y visitar paisajes maravillosos como aquellos que enseñaban.
Al darme cuenta de por qué me despertaba esa sensación desembocó al iniciar el plan de acción: ¿cómo puedo hacer para conseguir emprender un viaje así? Realmente América no era el destino que me llamaba, pero si me apetecía mucho explorar Europa. El plan de acción hubiera sido ponerse a ahorrar, pero ahorrar X cantidad para iniciarse por Europa era un reto que me llevaría unos años. mínimo.
En vez de desmoralizarme, lo dejé en manos de la vida. Ya sé que suena irresponsable, y a ensueño, pero es la acción necesaria para atraer hacia a ti aquello que deseas. Tenía claro que quería visitar la costa mediterránea hasta Croacia, que no tenía furgo pero si un coche robusto como un roble al que todavía podia extraerle un buen puñado de kilómetros, y también sabía que aquel verano, con los lugares descongestionados de turismo, era una buena ocasión para embarcarme. Diseñé la ruta que me gustaría y los sitios que querría visitar. Planteé que necesitaría para realizar el viaje de hostels, cámping y tienda, la ropa, las mantas, los suplementos por varios meses, el camping gas… lo fuí organizando todo como si fuera a hacerlo.
Resulta que el año anterior me había chocado un autobús por detrás y tenía pendiente recibir la indemnización de la colisión. No esperaba nada o no sabía qué esperar, siendo honesta. Nunca había cobrado ninguna indmenización y tenía cero nociones de cómo funcionaba. Pues en abril, un mes justo de cuando me imaginaba emprendiendo el viaje, se me comunicaron que me transferían la cantidad de la indemnización, y para mi sorpresa eran como los ahorros de varios años.
Aquí estuvo el regalo de la vida. aquí es donde confluyó el sueño, el milagro y el rumbo. En toda aventura existe una facción de surreal, de idealización, de sueños. Y esa parte es la que la vida te cubre cuando te decides a poner una dirección en tu GPS personal.
Pues si, gracias a este documental, gracias a esa envidia, gracias a la confianza de la que hablo en el post “Aprender a confiar en la vida” realicé el viaje más largo e inolvidable por Europa.

Si quieres averiguar más cositas de los milagros de los sueños te invito a echar un vistazo a los posts:
“LAS SEÑALES EN EL CAMINO IDE LA VIDA”